La Guerra Civil en España (1936-39) - Pagina 1

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La situación política y económica en España en la década de 1930 No podemos abordar una narración histórica de los hechos que condujeron a la rebelión del Ejército español contra la Segunda República, sin antes comprender la particular situación política y económica de España en los años previos a la Guerra Civil española. A principios de la década de 1930 España presentaba graves problemas socioeconómicos que provocaron una sucesión de alternancias políticas inconclusas entre la derecha conservadora y la izquierda caracterizadas por continuas y fuertes diferencias internas entre ellas. Hubo algunos golpes de Estado de militares mal organizados que tuvieron como consecuencia numerosas y violentas huelgas generales, a menudo sofocadas en sangre e insurrecciones populares contra el clero, que hasta entonces representaba un poder influyente al servicio de los aristócratas. Era pues inevitable la caída definitiva de la monarquía liberal, representada por el desgraciado rey Alfonso XIII (huérfano de nacimiento, bajo su reinado se perderían las últimas colonias imperiales de Cuba y Filipinas en el conflicto hispanoamericano de 1898) y la consiguiente proclamación de la Segunda República de España. A principios de octubre de 1934, una revolución que estalló en Asturias y encabezada por anarquistas y socialistas llevó a los mineros exasperados y sindicalizados a ocupar la ciudad de Oviedo y proclamar la "República Socialista de Asturias". Se incendiaron iglesias y conventos, se fusiló a sacerdotes de todas las órdenes, se violaron mujeres burguesas y se ejecutó a unidades de la Guardia Civil y de las milicias civiles (Asaltos). 1 Tras dos semanas de continua barbarie, tuvo que intervenir para restablecer el orden el Tercio Extranjeros, comandado por el entonces general Francisco Franco al servicio de Madrid que, tras la igualmente violenta e inmediata represión, ascendió a Jefe de Estado Mayor del Ejército. 2 Así comenzó el llamado “Bienio Negro” presidido por los centristas en el que se sucedieron 8 gobiernos y tres presidentes diferentes. En este período todas las cuestiones sociales, religiosas, militares y económicas que no habían sido resueltas hasta entonces, se convirtieron en elementos altamente explosivos y forzaron a un contexto de continua desconfianza hacia la clase política que se había mostrado incapaz de dar respuesta alguna. a los continuos pedidos de emancipación provenientes de una población empobrecida y angustiada por la violencia gratuita y reiterada de los movimientos de acción, instigados por los partidos de derecha conservadora y de izquierda anarquista y de clara inspiración comunista. Entre otras cosas, hubo episodios de siniestra corrupción, como el escándalo "Straperlo" que llevó a la renuncia del líder del Partido Radical Republicano Alejandro Lerraoux. Las últimas elecciones políticas convocadas en febrero de 1936 las ganó el Frente Popolur gracias a la unión de todas las fuerzas de izquierda. Apenas formado el gobierno republicano, las primeras decisiones se dirigieron contra los exponentes de la nueva oposición de derecha: el 14 de marzo José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, fue detenido junto a su hermano, con la intención de limitar las operaciones ilegales de la Falange de la que fue fundador. El 19 de marzo también fue detenido Onésimo Redondo Ortega, alto dirigente de Falange y fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista. Además, el nuevo gobierno de izquierda destituyó a generales sospechosos de sus cargos: el general Francisco Franco Bahamonde perdió su puesto de Jefe de Estado Mayor y fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife, al mando de las Islas Canarias; El General Goded Llopis como Inspector General fue destinado a la Comandancia de Baleares; El general Emilio Mola Vidal fue trasladado del Mando del Ejército de África para asumir el mando militar de Navarra. Preparativos para el “Alzamiento” militar. En ese trágico período se multiplicaron los casos de abusos, venganzas y contraataques que produjeron un clima particular de terror con continuos ataques en los dos frentes opuestos. El hecho más importante antes de la insurrección militar franquista se produjo el 12 de julio de 1936, cuando cuatro sicarios de Falange asesinaron a un conocido miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista, el teniente de Asaltos José Castillo-Sáenz de Tejada, él mismo creído ser responsable del asesinato del Marqués Andrés Sáenz de Heredia (primo del Jefe de Falange José Primo de Rivera) cometido el 16 de abril de 1936 en una violenta reyerta entre Falangistas y Asaltos 3 . Muchos de sus compañeros, entre ellos el capitán Fernando Condés de la Guardia Civil y el socialista victoriano Cuenca, quisieron vengarse el mismo día y al no encontrar en casa ningún alto exponente de la derecha (intentaron primero con el líder de la CEDA José María Gil- Robles y luego con el jefe de Renovación Española Antonio (Goicoechea) decidieron en plena noche sacar de su domicilio a José Calvó Sotelo, diputado de derecha realista y férreo antirrepublicano, para matarlo de un tiro de pistola en su coche y abandonar su cuerpo con las primeras luces de la madrugada del 13 de julio frente al cementerio oriental de Madrid. El asesinato de Calvó Sotelo, representado por los nacionalistas como "la gota que colma el vaso", fue en realidad el ansiado pretexto para iniciar el levantamiento de los generales para iniciar la Guerra Civil española, que ya se preparaba desde hacía algunos meses. De hecho, el General Emilio Mola Vidal, Comandante Militar de Pamplona, ​​en Navarra, ideó un intento de golpe de estado a través de un "Plan Militar Insurreccional" a implementarse en abril de 1936, que sin embargo fracasó incluso antes de comenzar, dada la no adhesión de algunos sus colegas. El propio general Mola no cejó en su intento y el 1 de junio de 1936, tras una carta escrita desde la cárcel y enviada por José Primo de Rivera, jefe de la Falange, intentó organizar un nuevo golpe militar mejor detallado. 4 También esta vez el plan de conspiración militar, que preveía el redespliegue del general Franco desde Canarias a Marruecos con un vehículo aéreo, no se concretó debido a la intervención de la Policía Política Republicana (Seguridad) que desveló las intenciones del golpista, sin no obstante obteniendo cierta prueba de los mismos integrantes y conspiradores 5 . Desde Canarias, tras haber destruido toda la documentación comprometedora, el general Franco, mediante una carta enviada al entonces Ministro de la Guerra de la Segunda República, declaró que no había tomado parte en la conspiración, confirmando su plena lealtad y fidelidad al nuevo Gobierno Republicano. Con esta declaración, el futuro Caudillo de España quiso ocultar con su propia ambigüedad que pertenecía a la red de militares sublevados 6 y así permitió que los demás generales conspiradores permanecieran en su puesto de mando. El nuevo rumbo del enésimo y definitivo golpe militar se lo disputaron los dos generales Franco Bahamonde y Mola Vidal, quienes finalmente aceptaron, a su pesar, someterse a las órdenes del primero, más astuto, astuto y movido por fuertes motivaciones de interés personal. El comienzo de la Guerra Civil en España (1936-1939) La mañana del 17 de julio de 1936, Radio Ceuta emitió el mensaje codificado "En toda España el cielo está despejado" para señalar a los demás generales conspiradores de la península que se levantaran con el objetivo final de ocupar Madrid. Inicialmente en Melilla (Marruecos español) se produjeron los primeros actos de revuelta antirrepublicana con la intervención de los Tercios (Legión Extranjera Española) y las guarniciones de soldados bereberes a las órdenes del coronel Yagüe Blanco. El día 18 un avión civil de nacionalidad británica (el Dragon Rapid), a la espera de órdenes sobre Casablanca desde hace una semana, transportó clandestinamente al general Franco y a su primo, el teniente coronel Francisco Franco Salgado Araujo, desde Las Palmas de Gran Canaria hasta Tetuán en Marruecos, localidad a la que llegó tras una escala nocturna. la mañana del 19 de julio y desde donde, declarándose jefe de los sublevados, pronunció su discurso radiofónico en el que explicó los motivos del levantamiento militar e invitó claramente a todos los cuerpos armados de la península a alzarse contra la República. Pero no todas las Fuerzas Armadas siguieron su llamado a la rebelión: la Armada, cuyas tripulaciones estaban en el bando popular, depuró a tiempo a sus principales golpistas y declaró su lealtad a la República, impidiendo así efectivamente el traslado de las temidas tropas insurgentes del Tercio y del Ejército de África: la verdadera y única oportunidad para descarrilar el golpe. Incluso el Ejército del Aire, casi inexistente, no pudo ser utilizado por Franco. Los sublevados nacionalistas podían contar también con los monárquicos carlistas ( requetés ), unos 10.000 falangistas, toda la alta burguesía, todo el clero y toda la nobleza y también el apoyo del dictador portugués António de Oliveira Salazar. La casi totalidad de la Guardia Civil se puso del lado nacionalista. La Segunda República había conservado el apoyo de algunas unidades del Ejército Popular y de las Fuerzas Aéreas, así como de algunas unidades de la Armada, la mayoría de Carabineros (Policía de Fronteras). Muchos miles de civiles, especialmente estudiantes y trabajadores, se movilizaron para defender la República. Tras los primeros días de la Guerra Civil, entre innumerables y justificados momentos de confusión en los que cayeron muchos de los Departamentos del Ejército, se pudieron identificar los frentes de guerra en los que se movían los “Nacionalistas” en tres áreas distintas y distantes. Por un lado estaba el general Mola Vidal que comandaba el Ejército del Norte con dominio de las regiones de Galicia, Castilla la Vieja, La Rioja, archipiélagos de Baleares (excepto Menorca) y Canarias (excepto la Isla de Palma), Navarra, Zaragoza y buena parte de Aragón. Al sur, el general Queipo de Llano y Sierra controlaba las importantes provincias de Córdoba, Cádiz, Sevilla y Granada. El general José Sanjurjo Sacanell, primer artífice de las sublevaciones militares y exiliado en Portugal, debería haber volado a Burgos, donde, de no haber llegado por el fatal accidente aéreo, habría tenido que ponerse al mando del golpe de Estado. Bajo el control de los republicanos quedó la capital Madrid y la región de Castilla La Mancha, Barcelona y Cataluña, Málaga, Extremadura, Murcia, Valencia, Alicante, Almería, parte de Aragón y toda la franja del País Vasco y Asturias. Después de los primeros días del golpe, en el Marruecos español, el general Franco Bahamonde se encontró aislado y al mando de las mejores tropas rebeldes. Ahora el objetivo principal era la rápida reunificación en la Península Ibérica con los contingentes "nacionalistas" encabezados por el resto de los generales conspiradores, pero la Armada Real Española se puso en el último momento del lado republicano, impidiendo que los sublevados cruzaran el Estrecho de Gibraltar. Además, la casi inexistente aviación militar se mantuvo fiel a Madrid. Obligados por los acontecimientos, el general Franco de Marruecos y el general Sanjurjo de Portugal comenzaron así a enviar las primeras febriles solicitudes de ayuda respectivamente a la Italia de Mussolini ya la Alemania de Hitler. La intervención de la Italia fascista en la Guerra Civil Española. Al principio Mussolini, constantemente informado sobre el incierto destino inicial del "Alzamiento", no aceptó las solicitudes de ayuda que le enviaba Franco, argumentando que la Guerra Civil española llegaba en un momento bastante inoportuno en el que la política exterior italiana luchaba por encontrar el reconocimiento internacional de la conquista de Etiopía, en la que se gastaron muchos recursos económicos y humanos, lo que exigió al Ejército un período de profunda reorganización. Sin embargo, tras la noticia del incendio del Consulado de Italia en Barcelona y varios actos de violencia contra italianos por parte de grupos armados 7 y tras el encuentro con un enviado español que le convenció de la brevedad y sencillez del conflicto, el Duce cambió de idea y empezó a interesarse por la cuestión. 8 Franco, en los planes de Mussolini, podría haber considerdo al duque de Aosta como futuro rey de España, del mismo modo que el príncipe Amedeo de Saboya en 1871, antes de la Primera República, convirtiendo de esta manera España en un virreino de Italia. Además, la Italia colonial habría ganado el control total del Mediterráneo occidental utilizando bases aéreas y navales en las Islas Baleares y en las costas del sur de España. Pero Alemania, con su influencia providencial sobre la Falange, hizo desvanecer los excéntricos propósitos expansionistas del dictador fascista 9 . Se estableció una especie de competitividad dentro del Eje Nazi-Fascista: quien más se impusiera en la ayuda militar y material a la España insurgente se habría asegurado una indudable ventaja política y económica en el escenario internacional, aumentando su área de influencia en la Europa latina con el consiguiente aislamiento de la Francia liberal y la derrota final de la internacionalización del comunismo. Pocos días después de que Hitler enviara 20 aviones de transporte "Junken 52" y otros 6 cazas biplanos "Heinkel 51", el 30 de julio Mussolini ordenó un envío de 12 aviones bombarderos Savoia-Marchetti 12" completos con tripulación y técnicos aeronáuticos (solo 9 llegaron como tres se perdieron durante la travesía) que despegaron de Cerdeña sin insignias e incógnitos para luego ser destinados a la Legión Extranjera Española con el único fin de poder operar en operaciones militares con cierta apariencia de legalidad, tanto para llamarse Aviación del Tercio” 10 . La semana siguiente llegarán otros 27 cazas "Fiat CR32" y luego otros 19 cazas, tres hidroaviones de apoyo a la nueva Fuerza Aérea nacionalista. En el mismo período, Alemania habrá enviado un total de 46 aviones 11 . El 15 de agosto de 1936, gracias a la ayuda conjunta de Alemania e Italia, con el primer puente aéreo de la historia militar, Franco pasó el Estrecho de Gibraltar con un ejército de 2.500 hombres, entrando en pleno conflicto español. Unidades y submarinos de la Armada italiana custodiaban las aguas territoriales españolas e impedían la llegada de ayuda internacional dirigida al Ejército leal republicano. En ayuda de los republicanos, numerosos voluntarios de nacionalidad italiana se presentaron con el lema de los hermanos Rosselli "Hoy en España, mañana en Italia". Estas fueron las palabras de Carlo y Nello Rosselli, exiliados antifascistas que formaron el movimiento “Giustizia e Libertà” en Francia y que fueron asesinados en Francia por los fascistas a manos de sus asesinos. Al comienzo de la rebelión falangista, muchos cuadros voluntarios se movilizaron en varios países para las Brigadas Internacionales, incluidos, además de los hermanos Rosselli antes mencionados, Palmiro Togliatti, Pietro Nenni, Leo Valiani, Luigi Longo, Giovanni Pesce, Randolfo Pacciardi. Una estrella de tres puntas era el símbolo y emblema del antifascismo del Frente Popular. No es posible estimar con precisión cuántos voluntarios de las Brigadas Internacionales llegaron a España desde al menos 50 naciones. Se supone que ascendieron a unas 60.000 personas de las cuales unas 12.000 nunca regresaron y más de 20.000 resultaron heridas en combate o bajo los incesantes bombardeos de la Legión Cóndor alemana y la Fuerza Aérea Legionaria Italiana. Rusia intervino a favor de la Segunda República Española con envíos masivos de armas y municiones, artillería, vehículos blindados, aviones bombarderos y cazas de fabricación soviética, completos con tripulaciones, técnicos, material aeronáutico y repuestos. También se enviaron numerosos asesores militares, tanto de Rusia como de Francia y México. La Unión Soviética como anticipo por estos suministros exigió toda la reserva de oro de España (unos 650 millones de dólares), entregados por el gobierno de Madrid al inicio del conflicto. Una curiosidad: en cumplimiento de los compromisos adquiridos con el gobierno fascista, tras la guerra Franco quiso devolver las sumas prestadas a Italia. Pero el entonces ministro Pietro Nenni (antiguo soldado de la Brigada Internacional Garibaldi), rechazó la restitución, entre otras cosas sin consultar a nuestro Parlamento, e ignorando deliberadamente que en cualquier caso se trataba de dinero adelantado por todos los italianos y muy útil en la desastrosa condiciones en las que se vertía la joven República Italiana en la inmediata posguerra 12 . En Londres, el 9 de septiembre de 1936, un comité de 27 países europeos (entre los que se encontraban Italia, Alemania y la URSS) firmaron un documento de "no intervención" con la prohibición de exportar material bélico a España, incluidos barcos y aviones militares y comerciales. Rusia se adhirió a la convención convencida de que si realmente el acuerdo hubiera sido respetado por todos, es decir, también por Italia y Alemania, los nacionalistas españoles no habrían podido ganar. Italia y Alemania incumplieron explícitamente sus compromisos, siendo convencidos de la inmovilidad de la Europa liberal, consiguiendo dotar a las tropas franquistas de moderno armamento y de un enorme capital, asegurándoles una clara ventaja sobre las fuerzas republicanas. Países autoproclamados libertarios y democráticos como Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, no prestaron una ayuda sustancial a la legítima República española, prefiriendo verla derrumbarse antes que superar la guerra civil para complacer los deseos anticomunistas mundiales de los clérigo- conservadurismos. En Italia el fascismo inició una apabullante propaganda enalteciendo la intervención a favor de los rebeldes nacionalistas, valerosos defensores de la patria frente a un enemigo subversivo, comunista, bolchevique, anarquista y sacrílego, educado y subvencionado por Rusia. Los alistamientos voluntarios en Italia fueron organizados inicialmente por la Delegación en España del Ministerio de Asuntos Exteriores y no por el Ministerio de la Guerra para no suscitar manifestaciones de Países extranjeros neutrales o republicanos. Numerosos militantes fascistas de los "Camisas Negras" y de la Milicia Voluntaria de Seguridad Nacional (MVSN), entre ellos muchos que ya habían combatido en la Primera Guerra Mundial y en las Guerras Africanas, querían ser reclutados entre los primeros voluntarios. Además de la motivación ideológica, hubo muchas otras razones que impulsaron a muchos italianos de la era fascista, en parte voluntarios, a alistarse entre los primeros voluntarios. Los primeros miembros, algunos con datos personales falsos o sin documentos, fueron convocados discretamente, por si acaso de ex militares por sus Comandos, o, si eran civiles por la Casa del Fascio. Se les pidió "participar en una operación en el extranjero, de destino desconocido, muy importante para la Patria". La firma del contrato de alistamiento preveía una bonificación de 300 liras, el salario diario de 20 liras para los soldados, de 70 a 192 para los suboficiales y oficiales, con un suplemento de 90 pesetas, una vez llegados a la zona de operaciones, como reconocimiento posterior del gobierno español. Mussolini, para garantizarse una cierta autonomía frente a la línea de mando nacionalista, el 4 de enero de 1937 decidió no aceptar la integración en efectivo de las autoridades españolas que debían limitarse a asegurar alimentos, alojamiento, combustible y lubricantes, así como el material de consumo ordinario. Además, los soldados italianos deberían haber recibido una parte de sus dietas en efectivo local, de modo que pudieran tener dinero en el bolsillo para pequeñas necesidades, sin depender de la administración franquista. 13 Para entender mejor cómo la recompensa monetaria, más que los propios ideales políticos, pudo convencer a muchos voluntarios de embarcarse, el 21 de diciembre de 1936, como primer contingente de Camisas Negras en tres barcos sin bandera y oscurecidos, se dan los siguientes porcentajes: 20% de las personas mayores de 35 años, el 70% de los trabajadores agrícolas, especialmente del centro-sur de Italia, el 4% de los estudiantes, el 25% de las personas con antecedentes penales a quienes se les prometió la cancelación de su sentencia. A todos los miembros se les proporcionó una equipación caqui igual a la que se usaba en África Oriental, excepto el casco colonial de corcho (en su lugar una boina negra o azul y un casco de acero, además de una extraña capa que fue apodada "murciélago"). 14 Muchos de los primeros voluntarios creían que iban a trabajar en los territorios coloniales conquistados en el África italiana, y solo cuando aterrizaron descubrieron que estaban en España. El personal estaba clasificado en los distintos grados del contingente del Cuerpo de Voluntarios (C.T.V.) de forma sumaria y superficial: la falta de disciplina y preparación militar dificultaba la dirección de los departamentos. Solo una división del Ejército Real se unió a la CTV en enero de 1937. La Guerra en España y la Iglesia Católica Antes del conflicto civil y bajo el gobierno republicano, se instauró un clima de intolerancia y violencia contra la Iglesia en el que se ejecutó y asesinó a sacerdotes y religiosos, se quemaron iglesias y se saquearon conventos de monjas y monjes. Tan pronto como recibió la noticia del levantamiento militar, se inició en la parte republicana una verdadera persecución contra el clero que contabilizó al menos 900 muertos en las dos primeras semanas. La Iglesia, que durante toda la Guerra Civil vio asesinados y masacrados a más de 6.800 sacerdotes y monjas, inmediatamente se puso del lado de Franco e inmediatamente legitimó la causa nacionalista que compartía plenamente la hostilidad de la Iglesia hacia el comunismo, la masonería, el liberalismo, el socialismo y el racionalismo. Sólo en el País Vasco los sacerdotes y religiosos apoyaron la causa republicana, mientras que en el resto de España bendijeron las banderas de guerra de las tropas nacionalistas y lanzaron furiosos sermones contra los "rojos". El Vaticano fue uno de los primeros estados extranjeros que ya en agosto de 1937 reconoció al gobierno provisional de Burgos, enviando allí a su Nuncio Apostólico seguido de un Embajador de la Nueva España ante la Santa Sede en Roma. Al final del conflicto, el Papa Pío XII proclamó oficialmente mártires a todos los muertos a manos de los republicanos. Con el nuevo gobierno, Franco devolvió a la Iglesia española todos los derechos y privilegios de los que disfrutaba antes de la Segunda República, reasignando todos los bienes confiscados al clero. Los jesuitas se beneficiaron especialmente de las decisiones de Franco, que les devolvió todas sus propiedades, reconfirmando su capacidad docente y organizativa en la escuela: en señal de reconocimiento, la orden de los jesuitas prometió que a la muerte de Franco cada uno de los 30.000 sacerdotes presentes en todo el mundo haber oficiado al menos tres misas en sufragio del Caudillo. La caída de Málaga. El 8 de febrero de 1936, la Primera División de la CTV, en apoyo de las tropas franquistas, lanzó una ofensiva para conquistar la ciudad de Málaga. La Batalla de Málaga fue una victoria relativamente fácil, ya que los republicanos no opusieron una fuerte resistencia y se replegaron a sus posiciones mejor defendidas en Almería. Los italianos, inmediatamente después de la ocupación, entregaron la ciudad a las fuerzas nacionalistas que, por orden de sus generales Mola, Franco y Queipo de Llano, iniciaron una dura y sangrienta represión contra los presos y la población entregada, con numerosos fusilamientos masivos, vendettas, sentencias de muerte pronunciadas por tribunales títeres y ejecutadas inmediatamente después de la lectura de la sentencia, denuncias falsas por despecho personal. Esta sangrienta represión y espíritu de venganza sobre los vencidos suscitó el asombro y la indignación de los oficiales italianos, incapaces de comprender y justificar niveles similares de violencia y castigo 15 . Esta, por desgracia, fue la norma general en toda la España conquistada por los nacionalistas. El método de la tierra arrasada comenzó a utilizarse de manera sistemática y era necesario eliminar cualquier posibilidad de recuperación por parte del enemigo, quien, a su vez, podía representar un peligro físico para la seguridad de los nuevos ocupantes 16. No se dieron cuenta de que la violencia injusta, desmedida e indiscriminada exacerbaría en los vencidos un imparable deseo de venganza que impregnaría las conciencias de los españoles durante décadas. Los comandantes de la C.T.V. se distanciaron de tales atrocidades e informaron a sus superiores de lo que sucedía en los territorios ocupados. De un informe informativo del Embajador en España Cantalupo dirigido a Ciano, Ministro de Asuntos Exteriores y yerno del Duce, « ... debo comunicar que Farinacci (nota del editor: Roberto Farinacci, jerarca del Partido Fascista Partido) ha enviado, sin avisarme, una carta al Generalísimo Franco para protestar enérgicamente contra los fusilamientos de Málaga y afirmar que el estado de ánimo de nuestros voluntarios puede verse desfavorablemente impresionado por tal severidad. No sé cómo y por quién fue informado Farinacci… » 17 . _________________________________________________ 1 Antony Beevor, La guerra civile spagnola, BUR, Milano, 2006, pag 44 2 Hugh Thomas, Storia della guerra civile spagnola, Edizioni Einaudi, Torino, 1963, pag 83 3 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 99. 4 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 107 5 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 111 6 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 117 7 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.78 8 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 37-38 9 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 39 10 Dima Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 44 11 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.80 12 Augusto Cantarelli, I nostri nella Guerra Civile di Spagna, Editoria Privata Sassoferrato (AN), 2011, pag 55 13 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.115 14 Augusto Cantarelli, I nostri nella Guerra Civile di Spagna, Editoria Privata Sassoferrato (AN), 2011, pag 49 15 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 112 16 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 111 17 L'Ambasciata a Salamanca, Cantalupo, Al Ministero degli Esteri, Ciano T 3129/214 R. del 2.3.1937
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17 de junio de 1936 – Encuentro de Franco con otros generales golpistas en el Bosque de la Esperanza de Tenerife Copertina della Domenica del Corriere del Corriere del 1937 Pulse para continuar a pagina 2 Pulse para continuar a pagina 2
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La situación política y económica en España en la década de 1930 No podemos abordar una narración histórica de los hechos que condujeron a la rebelión del Ejército español contra la Segunda República, sin antes comprender la particular situación política y económica de España en los años previos a la Guerra Civil española. A principios de la década de 1930 España presentaba graves problemas socioeconómicos que provocaron una sucesión de alternancias políticas inconclusas entre la derecha conservadora y la izquierda caracterizadas por continuas y fuertes diferencias internas entre ellas. Hubo algunos golpes de Estado de militares mal organizados que tuvieron como consecuencia numerosas y violentas huelgas generales, a menudo sofocadas en sangre e insurrecciones populares contra el clero, que hasta entonces representaba un poder influyente al servicio de los aristócratas. Era pues inevitable la caída definitiva de la monarquía liberal, representada por el desgraciado rey Alfonso XIII (huérfano de nacimiento, bajo su reinado se perderían las últimas colonias imperiales de Cuba y Filipinas en el conflicto hispanoamericano de 1898) y la consiguiente proclamación de la Segunda República de España. A principios de octubre de 1934, una revolución que estalló en Asturias y encabezada por anarquistas y socialistas llevó a los mineros exasperados y sindicalizados a ocupar la ciudad de Oviedo y proclamar la "República Socialista de Asturias". Se incendiaron iglesias y conventos, se fusiló a sacerdotes de todas las órdenes, se violaron mujeres burguesas y se ejecutó a unidades de la Guardia Civil y de las milicias civiles (Asaltos). 1 Tras dos semanas de continua barbarie, tuvo que intervenir para restablecer el orden el Tercio Extranjeros, comandado por el entonces general Francisco Franco al servicio de Madrid que, tras la igualmente violenta e inmediata represión, ascendió a Jefe de Estado Mayor del Ejército. 2 Así comenzó el llamado “Bienio Negro” presidido por los centristas en el que se sucedieron 8 gobiernos y tres presidentes diferentes. En este período todas las cuestiones sociales, religiosas, militares y económicas que no habían sido resueltas hasta entonces, se convirtieron en elementos altamente explosivos y forzaron a un contexto de continua desconfianza hacia la clase política que se había mostrado incapaz de dar respuesta alguna. a los continuos pedidos de emancipación provenientes de una población empobrecida y angustiada por la violencia gratuita y reiterada de los movimientos de acción, instigados por los partidos de derecha conservadora y de izquierda anarquista y de clara inspiración comunista. Entre otras cosas, hubo episodios de siniestra corrupción, como el escándalo "Straperlo" que llevó a la renuncia del líder del Partido Radical Republicano Alejandro Lerraoux. Las últimas elecciones políticas convocadas en febrero de 1936 las ganó el Frente Popolur gracias a la unión de todas las fuerzas de izquierda. Apenas formado el gobierno republicano, las primeras decisiones se dirigieron contra los exponentes de la nueva oposición de derecha: el 14 de marzo José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, fue detenido junto a su hermano, con la intención de limitar las operaciones ilegales de la Falange de la que fue fundador. El 19 de marzo también fue detenido Onésimo Redondo Ortega, alto dirigente de Falange y fundador de las Juntas de Ofensiva Nacional- Sindicalista. Además, el nuevo gobierno de izquierda destituyó a generales sospechosos de sus cargos: el general Francisco Franco Bahamonde perdió su puesto de Jefe de Estado Mayor y fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife, al mando de las Islas Canarias; El General Goded Llopis como Inspector General fue destinado a la Comandancia de Baleares; El general Emilio Mola Vidal fue trasladado del Mando del Ejército de África para asumir el mando militar de Navarra. Preparativos para el “Alzamiento” militar. En ese trágico período se multiplicaron los casos de abusos, venganzas y contraataques que produjeron un clima particular de terror con continuos ataques en los dos frentes opuestos. El hecho más importante antes de la insurrección militar franquista se produjo el 12 de julio de 1936, cuando cuatro sicarios de Falange asesinaron a un conocido miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista, el teniente de Asaltos José Castillo-Sáenz de Tejada, él mismo creído ser responsable del asesinato del Marqués Andrés Sáenz de Heredia (primo del Jefe de Falange José Primo de Rivera) cometido el 16 de abril de 1936 en una violenta reyerta entre Falangistas y Asaltos 3 . Muchos de sus compañeros, entre ellos el capitán Fernando Condés de la Guardia Civil y el socialista victoriano Cuenca, quisieron vengarse el mismo día y al no encontrar en casa ningún alto exponente de la derecha (intentaron primero con el líder de la CEDA José María Gil- Robles y luego con el jefe de Renovación Española Antonio (Goicoechea) decidieron en plena noche sacar de su domicilio a José Calvó Sotelo, diputado de derecha realista y férreo antirrepublicano, para matarlo de un tiro de pistola en su coche y abandonar su cuerpo con las primeras luces de la madrugada del 13 de julio frente al cementerio oriental de Madrid. El asesinato de Calvó Sotelo, representado por los nacionalistas como "la gota que colma el vaso", fue en realidad el ansiado pretexto para iniciar el levantamiento de los generales para iniciar la Guerra Civil española, que ya se preparaba desde hacía algunos meses. De hecho, el General Emilio Mola Vidal, Comandante Militar de Pamplona, ​​en Navarra, ideó un intento de golpe de estado a través de un "Plan Militar Insurreccional" a implementarse en abril de 1936, que sin embargo fracasó incluso antes de comenzar, dada la no adhesión de algunos sus colegas. El propio general Mola no cejó en su intento y el 1 de junio de 1936, tras una carta escrita desde la cárcel y enviada por José Primo de Rivera, jefe de la Falange, intentó organizar un nuevo golpe militar mejor detallado. 4 También esta vez el plan de conspiración militar, que preveía el redespliegue del general Franco desde Canarias a Marruecos con un vehículo aéreo, no se concretó debido a la intervención de la Policía Política Republicana (Seguridad) que desveló las intenciones del golpista, sin no obstante obteniendo cierta prueba de los mismos integrantes y conspiradores 5 . Desde Canarias, tras haber destruido toda la documentación comprometedora, el general Franco, mediante una carta enviada al entonces Ministro de la Guerra de la Segunda República, declaró que no había tomado parte en la conspiración, confirmando su plena lealtad y fidelidad al nuevo Gobierno Republicano. Con esta declaración, el futuro Caudillo de España quiso ocultar con su propia ambigüedad que pertenecía a la red de militares sublevados 6 y así permitió que los demás generales conspiradores permanecieran en su puesto de mando. El nuevo rumbo del enésimo y definitivo golpe militar se lo disputaron los dos generales Franco Bahamonde y Mola Vidal, quienes finalmente aceptaron, a su pesar, someterse a las órdenes del primero, más astuto, astuto y movido por fuertes motivaciones de interés personal. El comienzo de la Guerra Civil en España (1936-1939) La mañana del 17 de julio de 1936, Radio Ceuta emitió el mensaje codificado "En toda España el cielo está despejado" para señalar a los demás generales conspiradores de la península que se levantaran con el objetivo final de ocupar Madrid. Inicialmente en Melilla (Marruecos español) se produjeron los primeros actos de revuelta antirrepublicana con la intervención de los Tercios (Legión Extranjera Española) y las guarniciones de soldados bereberes a las órdenes del coronel Yagüe Blanco. El día 18 un avión civil de nacionalidad británica (el Dragon Rapid), a la espera de órdenes sobre Casablanca desde hace una semana, transportó clandestinamente al general Franco y a su primo, el teniente coronel Francisco Franco Salgado Araujo, desde Las Palmas de Gran Canaria hasta Tetuán en Marruecos, localidad a la que llegó tras una escala nocturna. la mañana del 19 de julio y desde donde, declarándose jefe de los sublevados, pronunció su discurso radiofónico en el que explicó los motivos del levantamiento militar e invitó claramente a todos los cuerpos armados de la península a alzarse contra la República. Pero no todas las Fuerzas Armadas siguieron su llamado a la rebelión: la Armada, cuyas tripulaciones estaban en el bando popular, depuró a tiempo a sus principales golpistas y declaró su lealtad a la República, impidiendo así efectivamente el traslado de las temidas tropas insurgentes del Tercio y del Ejército de África: la verdadera y única oportunidad para descarrilar el golpe. Incluso el Ejército del Aire, casi inexistente, no pudo ser utilizado por Franco. Los sublevados nacionalistas podían contar también con los monárquicos carlistas ( requetés ), unos 10.000 falangistas, toda la alta burguesía, todo el clero y toda la nobleza y también el apoyo del dictador portugués António de Oliveira Salazar. La casi totalidad de la Guardia Civil se puso del lado nacionalista. La Segunda República había conservado el apoyo de algunas unidades del Ejército Popular y de las Fuerzas Aéreas, así como de algunas unidades de la Armada, la mayoría de Carabineros (Policía de Fronteras). Muchos miles de civiles, especialmente estudiantes y trabajadores, se movilizaron para defender la República. Tras los primeros días de la Guerra Civil, entre innumerables y justificados momentos de confusión en los que cayeron muchos de los Departamentos del Ejército, se pudieron identificar los frentes de guerra en los que se movían los “Nacionalistas” en tres áreas distintas y distantes. Por un lado estaba el general Mola Vidal que comandaba el Ejército del Norte con dominio de las regiones de Galicia, Castilla la Vieja, La Rioja, archipiélagos de Baleares (excepto Menorca) y Canarias (excepto la Isla de Palma), Navarra, Zaragoza y buena parte de Aragón. Al sur, el general Queipo de Llano y Sierra controlaba las importantes provincias de Córdoba, Cádiz, Sevilla y Granada. El general José Sanjurjo Sacanell, primer artífice de las sublevaciones militares y exiliado en Portugal, debería haber volado a Burgos, donde, de no haber llegado por el fatal accidente aéreo, habría tenido que ponerse al mando del golpe de Estado. Bajo el control de los republicanos quedó la capital Madrid y la región de Castilla La Mancha, Barcelona y Cataluña, Málaga, Extremadura, Murcia, Valencia, Alicante, Almería, parte de Aragón y toda la franja del País Vasco y Asturias. Después de los primeros días del golpe, en el Marruecos español, el general Franco Bahamonde se encontró aislado y al mando de las mejores tropas rebeldes. Ahora el objetivo principal era la rápida reunificación en la Península Ibérica con los contingentes "nacionalistas" encabezados por el resto de los generales conspiradores, pero la Armada Real Española se puso en el último momento del lado republicano, impidiendo que los sublevados cruzaran el Estrecho de Gibraltar. Además, la casi inexistente aviación militar se mantuvo fiel a Madrid. Obligados por los acontecimientos, el general Franco de Marruecos y el general Sanjurjo de Portugal comenzaron así a enviar las primeras febriles solicitudes de ayuda respectivamente a la Italia de Mussolini ya la Alemania de Hitler. La intervención de la Italia fascista en la Guerra Civil Española. Al principio Mussolini, constantemente informado sobre el incierto destino inicial del "Alzamiento", no aceptó las solicitudes de ayuda que le enviaba Franco, argumentando que la Guerra Civil española llegaba en un momento bastante inoportuno en el que la política exterior italiana luchaba por encontrar el reconocimiento internacional de la conquista de Etiopía, en la que se gastaron muchos recursos económicos y humanos, lo que exigió al Ejército un período de profunda reorganización. Sin embargo, tras la noticia del incendio del Consulado de Italia en Barcelona y varios actos de violencia contra italianos por parte de grupos armados 7 y tras el encuentro con un enviado español que le convenció de la brevedad y sencillez del conflicto, el Duce cambió de idea y empezó a interesarse por la cuestión. 8 Franco, en los planes de Mussolini, podría haber considerdo al duque de Aosta como futuro rey de España, del mismo modo que el príncipe Amedeo de Saboya en 1871, antes de la Primera República, convirtiendo de esta manera España en un virreino de Italia. Además, la Italia colonial habría ganado el control total del Mediterráneo occidental utilizando bases aéreas y navales en las Islas Baleares y en las costas del sur de España. Pero Alemania, con su influencia providencial sobre la Falange, hizo desvanecer los excéntricos propósitos expansionistas del dictador fascista 9 . Se estableció una especie de competitividad dentro del Eje Nazi-Fascista: quien más se impusiera en la ayuda militar y material a la España insurgente se habría asegurado una indudable ventaja política y económica en el escenario internacional, aumentando su área de influencia en la Europa latina con el consiguiente aislamiento de la Francia liberal y la derrota final de la internacionalización del comunismo. Pocos días después de que Hitler enviara 20 aviones de transporte "Junken 52" y otros 6 cazas biplanos "Heinkel 51", el 30 de julio Mussolini ordenó un envío de 12 aviones bombarderos Savoia-Marchetti 12" completos con tripulación y técnicos aeronáuticos (solo 9 llegaron como tres se perdieron durante la travesía) que despegaron de Cerdeña sin insignias e incógnitos para luego ser destinados a la Legión Extranjera Española con el único fin de poder operar en operaciones militares con cierta apariencia de legalidad, tanto para llamarse Aviación del Tercio” 10 . La semana siguiente llegarán otros 27 cazas "Fiat CR32" y luego otros 19 cazas, tres hidroaviones de apoyo a la nueva Fuerza Aérea nacionalista. En el mismo período, Alemania habrá enviado un total de 46 aviones 11 . El 15 de agosto de 1936, gracias a la ayuda conjunta de Alemania e Italia, con el primer puente aéreo de la historia militar, Franco pasó el Estrecho de Gibraltar con un ejército de 2.500 hombres, entrando en pleno conflicto español. Unidades y submarinos de la Armada italiana custodiaban las aguas territoriales españolas e impedían la llegada de ayuda internacional dirigida al Ejército leal republicano. En ayuda de los republicanos, numerosos voluntarios de nacionalidad italiana se presentaron con el lema de los hermanos Rosselli "Hoy en España, mañana en Italia". Estas fueron las palabras de Carlo y Nello Rosselli, exiliados antifascistas que formaron el movimiento “Giustizia e Libertà” en Francia y que fueron asesinados en Francia por los fascistas a manos de sus asesinos. Al comienzo de la rebelión falangista, muchos cuadros voluntarios se movilizaron en varios países para las Brigadas Internacionales, incluidos, además de los hermanos Rosselli antes mencionados, Palmiro Togliatti, Pietro Nenni, Leo Valiani, Luigi Longo, Giovanni Pesce, Randolfo Pacciardi. Una estrella de tres puntas era el símbolo y emblema del antifascismo del Frente Popular. No es posible estimar con precisión cuántos voluntarios de las Brigadas Internacionales llegaron a España desde al menos 50 naciones. Se supone que ascendieron a unas 60.000 personas de las cuales unas 12.000 nunca regresaron y más de 20.000 resultaron heridas en combate o bajo los incesantes bombardeos de la Legión Cóndor alemana y la Fuerza Aérea Legionaria Italiana. Rusia intervino a favor de la Segunda República Española con envíos masivos de armas y municiones, artillería, vehículos blindados, aviones bombarderos y cazas de fabricación soviética, completos con tripulaciones, técnicos, material aeronáutico y repuestos. También se enviaron numerosos asesores militares, tanto de Rusia como de Francia y México. La Unión Soviética como anticipo por estos suministros exigió toda la reserva de oro de España (unos 650 millones de dólares), entregados por el gobierno de Madrid al inicio del conflicto. Una curiosidad: en cumplimiento de los compromisos adquiridos con el gobierno fascista, tras la guerra Franco quiso devolver las sumas prestadas a Italia. Pero el entonces ministro Pietro Nenni (antiguo soldado de la Brigada Internacional Garibaldi), rechazó la restitución, entre otras cosas sin consultar a nuestro Parlamento, e ignorando deliberadamente que en cualquier caso se trataba de dinero adelantado por todos los italianos y muy útil en la d e s a s t r o s a condiciones en las que se vertía la joven República Italiana en la inmediata posguerra 12 . En Londres, el 9 de septiembre de 1936, un comité de 27 países europeos (entre los que se encontraban Italia, Alemania y la URSS) firmaron un documento de "no intervención" con la prohibición de exportar material bélico a España, incluidos barcos y aviones militares y comerciales. Rusia se adhirió a la convención convencida de que si realmente el acuerdo hubiera sido respetado por todos, es decir, también por Italia y Alemania, los nacionalistas españoles no habrían podido ganar. Italia y Alemania incumplieron explícitamente sus compromisos, siendo convencidos de la inmovilidad de la Europa liberal, consiguiendo dotar a las tropas franquistas de moderno armamento y de un enorme capital, asegurándoles una clara ventaja sobre las fuerzas republicanas. Países autoproclamados libertarios y democráticos como Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, no prestaron una ayuda sustancial a la legítima República española, prefiriendo verla derrumbarse antes que superar la guerra civil para complacer los deseos anticomunistas mundiales de los clérigo- conservadurismos. En Italia el fascismo inició una apabullante propaganda enalteciendo la intervención a favor de los rebeldes nacionalistas, valerosos defensores de la patria frente a un enemigo subversivo, comunista, bolchevique, anarquista y sacrílego, educado y subvencionado por Rusia. Los alistamientos voluntarios en Italia fueron organizados inicialmente por la Delegación en España del Ministerio de Asuntos Exteriores y no por el Ministerio de la Guerra para no suscitar manifestaciones de Países extranjeros neutrales o republicanos. Numerosos militantes fascistas de los "Camisas Negras" y de la Milicia Voluntaria de Seguridad Nacional (MVSN), entre ellos muchos que ya habían combatido en la Primera Guerra Mundial y en las Guerras Africanas, querían ser reclutados entre los primeros voluntarios. Además de la motivación ideológica, hubo muchas otras razones que impulsaron a muchos italianos de la era fascista, en parte voluntarios, a alistarse entre los primeros voluntarios. Los primeros miembros, algunos con datos personales falsos o sin documentos, fueron convocados discretamente, por si acaso de ex militares por sus Comandos, o, si eran civiles por la Casa del Fascio. Se les pidió "participar en una operación en el extranjero, de destino desconocido, muy importante para la Patria". La firma del contrato de alistamiento preveía una bonificación de 300 liras, el salario diario de 20 liras para los soldados, de 70 a 192 para los suboficiales y oficiales, con un suplemento de 90 pesetas, una vez llegados a la zona de operaciones, como reconocimiento posterior del gobierno español. Mussolini, para garantizarse una cierta autonomía frente a la línea de mando nacionalista, el 4 de enero de 1937 decidió no aceptar la integración en efectivo de las autoridades españolas que debían limitarse a asegurar alimentos, alojamiento, combustible y lubricantes, así como el material de consumo ordinario. Además, los soldados italianos deberían haber recibido una parte de sus dietas en efectivo local, de modo que pudieran tener dinero en el bolsillo para pequeñas necesidades, sin depender de la administración franquista. 13 Para entender mejor cómo la recompensa monetaria, más que los propios ideales políticos, pudo convencer a muchos voluntarios de embarcarse, el 21 de diciembre de 1936, como primer contingente de Camisas Negras en tres barcos sin bandera y oscurecidos, se dan los siguientes porcentajes: 20% de las personas mayores de 35 años, el 70% de los trabajadores agrícolas, especialmente del centro-sur de Italia, el 4% de los estudiantes, el 25% de las personas con antecedentes penales a quienes se les prometió la cancelación de su sentencia. A todos los miembros se les proporcionó una equipación caqui igual a la que se usaba en África Oriental, excepto el casco colonial de corcho (en su lugar una boina negra o azul y un casco de acero, además de una extraña capa que fue apodada "murciélago"). 14 Muchos de los primeros voluntarios creían que iban a trabajar en los territorios coloniales conquistados en el África italiana, y solo cuando aterrizaron descubrieron que estaban en España. El personal estaba clasificado en los distintos grados del contingente del Cuerpo de Voluntarios (C.T.V.) de forma sumaria y superficial: la falta de disciplina y preparación militar dificultaba la dirección de los departamentos. Solo una división del Ejército Real se unió a la CTV en enero de 1937. La Guerra en España y la Iglesia Católica Antes del conflicto civil y bajo el gobierno republicano, se instauró un clima de intolerancia y violencia contra la Iglesia en el que se ejecutó y asesinó a sacerdotes y religiosos, se quemaron iglesias y se saquearon conventos de monjas y monjes. Tan pronto como recibió la noticia del levantamiento militar, se inició en la parte republicana una verdadera persecución contra el clero que contabilizó al menos 900 muertos en las dos primeras semanas. La Iglesia, que durante toda la Guerra Civil vio asesinados y masacrados a más de 6.800 sacerdotes y monjas, inmediatamente se puso del lado de Franco e inmediatamente legitimó la causa nacionalista que compartía plenamente la hostilidad de la Iglesia hacia el comunismo, la masonería, el liberalismo, el socialismo y el racionalismo. Sólo en el País Vasco los sacerdotes y religiosos apoyaron la causa republicana, mientras que en el resto de España bendijeron las banderas de guerra de las tropas nacionalistas y lanzaron furiosos sermones contra los "rojos". El Vaticano fue uno de los primeros estados extranjeros que ya en agosto de 1937 reconoció al gobierno provisional de Burgos, enviando allí a su Nuncio Apostólico seguido de un Embajador de la Nueva España ante la Santa Sede en Roma. Al final del conflicto, el Papa Pío XII proclamó oficialmente mártires a todos los muertos a manos de los republicanos. Con el nuevo gobierno, Franco devolvió a la Iglesia española todos los derechos y privilegios de los que disfrutaba antes de la Segunda República, reasignando todos los bienes confiscados al clero. Los jesuitas se beneficiaron especialmente de las decisiones de Franco, que les devolvió todas sus propiedades, reconfirmando su capacidad docente y organizativa en la escuela: en señal de reconocimiento, la orden de los jesuitas prometió que a la muerte de Franco cada uno de los 30.000 sacerdotes presentes en todo el mundo haber oficiado al menos tres misas en sufragio del Caudillo. La caída de Málaga. El 8 de febrero de 1936, la Primera División de la CTV, en apoyo de las tropas franquistas, lanzó una ofensiva para conquistar la ciudad de Málaga. La Batalla de Málaga fue una victoria relativamente fácil, ya que los republicanos no opusieron una fuerte resistencia y se replegaron a sus posiciones mejor defendidas en Almería. Los italianos, inmediatamente después de la ocupación, entregaron la ciudad a las fuerzas nacionalistas que, por orden de sus generales Mola, Franco y Queipo de Llano, iniciaron una dura y sangrienta represión contra los presos y la población entregada, con numerosos fusilamientos masivos, vendettas, sentencias de muerte pronunciadas por tribunales títeres y ejecutadas inmediatamente después de la lectura de la sentencia, denuncias falsas por despecho personal. Esta sangrienta represión y espíritu de venganza sobre los vencidos suscitó el asombro y la indignación de los oficiales italianos, incapaces de comprender y justificar niveles similares de violencia y castigo 15 . Esta, por desgracia, fue la norma general en toda la España conquistada por los nacionalistas. El método de la tierra arrasada comenzó a utilizarse de manera sistemática y era necesario eliminar cualquier posibilidad de recuperación por parte del enemigo, quien, a su vez, podía representar un peligro físico para la seguridad de los nuevos ocupantes 16. No se dieron cuenta de que la violencia injusta, desmedida e indiscriminada exacerbaría en los vencidos un imparable deseo de venganza que impregnaría las conciencias de los españoles durante décadas. Los comandantes de la C.T.V. se distanciaron de tales atrocidades e informaron a sus superiores de lo que sucedía en los territorios ocupados. De un informe informativo del Embajador en España Cantalupo dirigido a Ciano, Ministro de Asuntos Exteriores y yerno del Duce, « ... debo comunicar que Farinacci (nota del editor: Roberto Farinacci, jerarca del Partido Fascista Partido) ha enviado, sin avisarme, una carta al Generalísimo Franco para protestar enérgicamente contra los fusilamientos de Málaga y afirmar que el estado de ánimo de nuestros voluntarios puede verse desfavorablemente impresionado por tal severidad. No cómo y por quién fue informado Farinacci… » 17 _________________________________________________ 1 Antony Beevor, La guerra civile spagnola, BUR, Milano, 2006, pag 44 2 Hugh Thomas, Storia della guerra civile spagnola, Edizioni Einaudi, Torino, 1963, pag 83 3 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 99. 4 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 107 5 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 111 6 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 117 7 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.78 8 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 37-38 9 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 39 10 Dima Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 44 11 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.80 12 Augusto Cantarelli, I nostri nella Guerra Civile di Spagna, Editoria Privata Sassoferrato (AN), 2011, pag 55 13 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.115 14 Augusto Cantarelli, I nostri nella Guerra Civile di Spagna, Editoria Privata Sassoferrato (AN), 2011, pag 49 15 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 112 16 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 111 17 L'Ambasciata a Salamanca, Cantalupo, Al Ministero degli Esteri, Ciano T 3129/214 R. del 2.3.1937
17 de junio de 1936 – Encuentro de Franco con otros generales golpistas en el Bosque de la Esperanza de Tenerife Hermanos Rosselli Mapa de la Peninsula Iberica en la primera fase de la Guerra Civi Cartel de la propagamda fascista en España Pulse aquí para continuar a pagina 2 Pulse aquí para continuar a pagina 2