La Guerra Civil en España (1936-39) - Pagina 1
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La situación política y económica en España en la década de 1930
No
podemos
abordar
una
narración
histórica
de
los
hechos
que
condujeron
a
la
rebelión
del
Ejército
español
contra
la
Segunda
República,
sin
antes
comprender
la
particular situación política y económica de España en los años previos a la Guerra Civil española.
A
principios
de
la
década
de
1930
España
presentaba
graves
problemas
socioeconómicos
que
provocaron
una
sucesión
de
alternancias
políticas
inconclusas
entre
la
derecha
conservadora
y
la
izquierda
caracterizadas
por
continuas
y
fuertes
diferencias
internas
entre
ellas.
Hubo
algunos
golpes
de
Estado
de
militares
mal
organizados
que
tuvieron
como
consecuencia
numerosas
y
violentas
huelgas
generales,
a
menudo
sofocadas
en
sangre
e
insurrecciones
populares
contra
el
clero,
que
hasta
entonces
representaba
un
poder
influyente
al
servicio
de
los
aristócratas.
Era
pues
inevitable
la
caída
definitiva
de
la
monarquía
liberal,
representada
por
el
desgraciado
rey
Alfonso
XIII
(huérfano
de
nacimiento,
bajo
su
reinado
se
perderían
las
últimas
colonias
imperiales
de
Cuba
y
Filipinas
en
el
conflicto
hispanoamericano de 1898) y la consiguiente proclamación de la Segunda República de España.
A
principios
de
octubre
de
1934,
una
revolución
que
estalló
en
Asturias
y
encabezada
por
anarquistas
y
socialistas
llevó
a
los
mineros
exasperados
y
sindicalizados
a
ocupar
la
ciudad
de
Oviedo
y
proclamar
la
"República
Socialista
de
Asturias".
Se
incendiaron
iglesias
y
conventos,
se
fusiló
a
sacerdotes
de
todas
las
órdenes,
se
violaron
mujeres
burguesas
y
se
ejecutó
a
unidades
de
la
Guardia
Civil
y
de
las
milicias
civiles
(Asaltos).
1
Tras
dos
semanas
de
continua
barbarie,
tuvo
que
intervenir
para
restablecer
el
orden
el
Tercio
Extranjeros,
comandado
por
el
entonces
general
Francisco
Franco
al
servicio
de
Madrid
que,
tras
la
igualmente
violenta
e
inmediata represión, ascendió a Jefe de Estado Mayor del Ejército.
2
Así
comenzó
el
llamado
“Bienio
Negro”
presidido
por
los
centristas
en
el
que
se
sucedieron
8
gobiernos
y
tres
presidentes
diferentes.
En
este
período
todas
las
cuestiones
sociales,
religiosas,
militares
y
económicas
que
no
habían
sido
resueltas
hasta
entonces,
se
convirtieron
en
elementos
altamente
explosivos
y
forzaron
a
un
contexto
de
continua
desconfianza
hacia
la
clase
política
que
se
había
mostrado
incapaz
de
dar
respuesta
alguna.
a
los
continuos
pedidos
de
emancipación
provenientes
de
una
población
empobrecida
y
angustiada
por
la
violencia
gratuita
y
reiterada
de
los
movimientos
de
acción,
instigados
por
los
partidos
de
derecha
conservadora
y
de
izquierda
anarquista
y
de
clara
inspiración
comunista.
Entre
otras
cosas,
hubo
episodios
de
siniestra
corrupción,
como
el
escándalo
"Straperlo"
que
llevó a la renuncia del líder del Partido Radical Republicano Alejandro Lerraoux.
Las
últimas
elecciones
políticas
convocadas
en
febrero
de
1936
las
ganó
el
Frente
Popolur
gracias
a
la
unión
de
todas
las
fuerzas
de
izquierda.
Apenas
formado
el
gobierno
republicano,
las
primeras
decisiones
se
dirigieron
contra
los
exponentes
de
la
nueva
oposición
de
derecha:
el
14
de
marzo
José
Antonio
Primo
de
Rivera,
hijo
del
dictador
Miguel
Primo
de
Rivera,
fue
detenido
junto
a
su
hermano,
con
la
intención
de
limitar
las
operaciones
ilegales
de
la
Falange de la que fue fundador.
El
19
de
marzo
también
fue
detenido
Onésimo
Redondo
Ortega,
alto
dirigente
de
Falange
y
fundador
de
las
Juntas
de
Ofensiva
Nacional-Sindicalista.
Además,
el
nuevo
gobierno
de
izquierda
destituyó
a
generales
sospechosos
de
sus
cargos:
el
general
Francisco
Franco
Bahamonde
perdió
su
puesto
de
Jefe
de
Estado
Mayor
y
fue
trasladado
a
Santa
Cruz
de
Tenerife,
al
mando
de
las
Islas
Canarias;
El
General
Goded
Llopis
como
Inspector
General
fue
destinado
a
la
Comandancia
de
Baleares; El general Emilio Mola Vidal fue trasladado del Mando del Ejército de África para asumir el mando militar de Navarra.
Preparativos para el “Alzamiento” militar.
En
ese
trágico
período
se
multiplicaron
los
casos
de
abusos,
venganzas
y
contraataques
que
produjeron
un
clima
particular
de
terror
con
continuos
ataques
en
los
dos
frentes
opuestos.
El
hecho
más
importante
antes
de
la
insurrección
militar
franquista
se
produjo
el
12
de
julio
de
1936,
cuando
cuatro
sicarios
de
Falange
asesinaron
a
un
conocido
miembro
de
la
Unión
Militar
Republicana
Antifascista,
el
teniente
de
Asaltos
José
Castillo-Sáenz
de
Tejada,
él
mismo
creído
ser
responsable
del
asesinato
del
Marqués
Andrés
Sáenz
de
Heredia
(primo
del
Jefe
de
Falange
José
Primo
de
Rivera)
cometido
el
16
de
abril
de
1936
en
una
violenta
reyerta
entre
Falangistas
y
Asaltos
3
.
Muchos
de
sus
compañeros,
entre
ellos
el
capitán
Fernando
Condés
de
la
Guardia
Civil
y
el
socialista
victoriano
Cuenca,
quisieron
vengarse
el
mismo
día
y
al
no
encontrar
en
casa
ningún
alto
exponente
de
la
derecha
(intentaron
primero
con
el
líder
de
la
CEDA
José
María
Gil-
Robles
y
luego
con
el
jefe
de
Renovación
Española
Antonio
(Goicoechea)
decidieron
en
plena
noche
sacar
de
su
domicilio
a
José
Calvó
Sotelo,
diputado
de
derecha
realista
y
férreo
antirrepublicano,
para
matarlo
de
un
tiro
de
pistola
en
su
coche
y
abandonar
su
cuerpo
con
las
primeras
luces
de
la
madrugada
del
13
de
julio
frente
al
cementerio oriental de Madrid.
El
asesinato
de
Calvó
Sotelo,
representado
por
los
nacionalistas
como
"la
gota
que
colma
el
vaso",
fue
en
realidad
el
ansiado
pretexto
para
iniciar
el
levantamiento
de los generales para iniciar la Guerra Civil española, que ya se preparaba desde hacía algunos meses.
De
hecho,
el
General
Emilio
Mola
Vidal,
Comandante
Militar
de
Pamplona,
en
Navarra,
ideó
un
intento
de
golpe
de
estado
a
través
de
un
"Plan
Militar
Insurreccional"
a
implementarse
en
abril
de
1936,
que
sin
embargo
fracasó
incluso
antes
de
comenzar,
dada
la
no
adhesión
de
algunos
sus
colegas.
El
propio
general
Mola
no
cejó
en
su
intento
y
el
1
de
junio
de
1936,
tras
una
carta
escrita
desde
la
cárcel
y
enviada
por José Primo de Rivera, jefe de la Falange, intentó organizar un nuevo golpe militar mejor detallado.
4
También
esta
vez
el
plan
de
conspiración
militar,
que
preveía
el
redespliegue
del
general
Franco
desde
Canarias
a
Marruecos
con
un
vehículo
aéreo,
no
se
concretó
debido
a
la
intervención
de
la
Policía
Política
Republicana
(Seguridad)
que
desveló
las
intenciones
del
golpista,
sin
no
obstante
obteniendo
cierta
prueba
de los mismos integrantes y conspiradores
5
.
Desde
Canarias,
tras
haber
destruido
toda
la
documentación
comprometedora,
el
general
Franco,
mediante
una
carta
enviada
al
entonces
Ministro
de
la
Guerra
de
la
Segunda
República,
declaró
que
no
había
tomado
parte
en
la
conspiración,
confirmando
su
plena
lealtad
y
fidelidad
al
nuevo
Gobierno
Republicano.
Con
esta
declaración,
el
futuro
Caudillo
de
España
quiso
ocultar
con
su
propia
ambigüedad
que
pertenecía
a
la
red
de
militares
sublevados
6
y
así
permitió
que
los
demás
generales
conspiradores
permanecieran
en
su
puesto
de
mando.
El
nuevo
rumbo
del
enésimo
y
definitivo
golpe
militar
se
lo
disputaron
los
dos
generales
Franco
Bahamonde
y
Mola
Vidal,
quienes
finalmente
aceptaron,
a
su
pesar,
someterse
a
las
órdenes
del
primero,
más
astuto,
astuto
y
movido
por
fuertes
motivaciones
de
interés personal.
El comienzo de la Guerra Civil en España (1936-1939)
La
mañana
del
17
de
julio
de
1936,
Radio
Ceuta
emitió
el
mensaje
codificado
"En
toda
España
el
cielo
está
despejado"
para
señalar
a
los
demás
generales
conspiradores
de
la
península
que
se
levantaran
con
el
objetivo
final
de
ocupar
Madrid.
Inicialmente
en
Melilla
(Marruecos
español)
se
produjeron
los
primeros
actos
de
revuelta
antirrepublicana
con
la
intervención
de
los
Tercios
(Legión
Extranjera
Española)
y
las
guarniciones
de
soldados
bereberes
a
las
órdenes
del
coronel
Yagüe
Blanco.
El
día
18
un
avión
civil
de
nacionalidad
británica
(el
Dragon
Rapid),
a
la
espera
de
órdenes
sobre
Casablanca
desde
hace
una
semana,
transportó
clandestinamente
al
general
Franco
y
a
su
primo,
el
teniente
coronel
Francisco
Franco
Salgado
Araujo,
desde
Las
Palmas
de
Gran
Canaria
hasta
Tetuán
en
Marruecos,
localidad
a
la
que
llegó
tras
una
escala
nocturna.
la
mañana
del
19
de
julio
y
desde
donde,
declarándose
jefe
de
los
sublevados,
pronunció
su
discurso
radiofónico
en
el
que
explicó
los
motivos
del
levantamiento
militar
e
invitó
claramente
a
todos
los
cuerpos
armados
de
la
península
a
alzarse
contra
la
República.
Pero
no
todas
las
Fuerzas
Armadas
siguieron
su
llamado
a
la
rebelión:
la
Armada,
cuyas
tripulaciones
estaban
en
el
bando
popular,
depuró
a
tiempo
a
sus
principales
golpistas
y
declaró
su
lealtad
a
la
República,
impidiendo
así
efectivamente
el
traslado
de
las
temidas
tropas
insurgentes
del
Tercio
y
del
Ejército
de
África: la verdadera y única oportunidad para descarrilar el golpe. Incluso el Ejército del Aire, casi inexistente, no pudo ser utilizado por Franco.
Los
sublevados
nacionalistas
podían
contar
también
con
los
monárquicos
carlistas
(
requetés
),
unos
10.000
falangistas,
toda
la
alta
burguesía,
todo
el
clero
y
toda
la
nobleza y también el apoyo del dictador portugués António de Oliveira Salazar. La casi totalidad de la Guardia Civil se puso del lado nacionalista.
La
Segunda
República
había
conservado
el
apoyo
de
algunas
unidades
del
Ejército
Popular
y
de
las
Fuerzas
Aéreas,
así
como
de
algunas
unidades
de
la
Armada,
la
mayoría de Carabineros (Policía de Fronteras). Muchos miles de civiles, especialmente estudiantes y trabajadores, se movilizaron para defender la República.
Tras
los
primeros
días
de
la
Guerra
Civil,
entre
innumerables
y
justificados
momentos
de
confusión
en
los
que
cayeron
muchos
de
los
Departamentos
del
Ejército,
se
pudieron
identificar
los
frentes
de
guerra
en
los
que
se
movían
los
“Nacionalistas”
en
tres
áreas
distintas
y
distantes.
Por
un
lado
estaba
el
general
Mola
Vidal
que
comandaba
el
Ejército
del
Norte
con
dominio
de
las
regiones
de
Galicia,
Castilla
la
Vieja,
La
Rioja,
archipiélagos
de
Baleares
(excepto
Menorca)
y
Canarias
(excepto
la
Isla
de
Palma),
Navarra,
Zaragoza
y
buena
parte
de
Aragón.
Al
sur,
el
general
Queipo
de
Llano
y
Sierra
controlaba
las
importantes
provincias
de
Córdoba,
Cádiz,
Sevilla
y
Granada.
El
general
José
Sanjurjo
Sacanell,
primer
artífice
de
las
sublevaciones
militares
y
exiliado
en
Portugal,
debería
haber
volado
a
Burgos,
donde,
de
no
haber llegado por el fatal accidente aéreo, habría tenido que ponerse al mando del golpe de Estado.
Bajo
el
control
de
los
republicanos
quedó
la
capital
Madrid
y
la
región
de
Castilla
La
Mancha,
Barcelona
y
Cataluña,
Málaga,
Extremadura,
Murcia,
Valencia,
Alicante,
Almería, parte de Aragón y toda la franja del País Vasco y Asturias.
Después
de
los
primeros
días
del
golpe,
en
el
Marruecos
español,
el
general
Franco
Bahamonde
se
encontró
aislado
y
al
mando
de
las
mejores
tropas
rebeldes.
Ahora
el
objetivo
principal
era
la
rápida
reunificación
en
la
Península
Ibérica
con
los
contingentes
"nacionalistas"
encabezados
por
el
resto
de
los
generales
conspiradores,
pero
la
Armada
Real
Española
se
puso
en
el
último
momento
del
lado
republicano,
impidiendo
que
los
sublevados
cruzaran
el
Estrecho
de
Gibraltar.
Además,
la
casi
inexistente
aviación
militar
se
mantuvo
fiel
a
Madrid.
Obligados
por
los
acontecimientos,
el
general
Franco
de
Marruecos
y
el
general
Sanjurjo
de
Portugal comenzaron así a enviar las primeras febriles solicitudes de ayuda respectivamente a la Italia de Mussolini ya la Alemania de Hitler.
La intervención de la Italia fascista en la Guerra Civil Española.
Al
principio
Mussolini,
constantemente
informado
sobre
el
incierto
destino
inicial
del
"Alzamiento",
no
aceptó
las
solicitudes
de
ayuda
que
le
enviaba
Franco,
argumentando
que
la
Guerra
Civil
española
llegaba
en
un
momento
bastante
inoportuno
en
el
que
la
política
exterior
italiana
luchaba
por
encontrar
el
reconocimiento
internacional
de
la
conquista
de
Etiopía,
en
la
que
se
gastaron
muchos
recursos
económicos
y
humanos,
lo
que
exigió
al
Ejército
un
período
de
profunda
reorganización.
Sin
embargo,
tras
la
noticia
del
incendio
del
Consulado
de
Italia
en
Barcelona
y
varios
actos
de
violencia
contra
italianos
por
parte
de
grupos
armados
7
y
tras
el
encuentro
con
un
enviado
español
que
le
convenció
de
la
brevedad
y
sencillez
del
conflicto,
el
Duce
cambió
de
idea
y
empezó
a
interesarse
por
la
cuestión.
8
Franco,
en
los
planes
de
Mussolini,
podría
haber
considerdo
al
duque
de
Aosta
como
futuro
rey
de
España,
del
mismo
modo
que
el
príncipe
Amedeo
de
Saboya
en
1871,
antes
de
la
Primera
República,
convirtiendo
de
esta
manera
España
en
un
virreino
de
Italia.
Además,
la
Italia
colonial
habría
ganado el control total del Mediterráneo occidental utilizando bases aéreas y navales en las Islas Baleares y en las costas del sur de España.
Pero
Alemania,
con
su
influencia
providencial
sobre
la
Falange,
hizo
desvanecer
los
excéntricos
propósitos
expansionistas
del
dictador
fascista
9
.
Se
estableció
una
especie
de
competitividad
dentro
del
Eje
Nazi-Fascista:
quien
más
se
impusiera
en
la
ayuda
militar
y
material
a
la
España
insurgente
se
habría
asegurado
una
indudable
ventaja
política
y
económica
en
el
escenario
internacional,
aumentando
su
área
de
influencia
en
la
Europa
latina
con
el
consiguiente
aislamiento
de
la
Francia liberal y la derrota final de la internacionalización del comunismo.
Pocos
días
después
de
que
Hitler
enviara
20
aviones
de
transporte
"Junken
52"
y
otros
6
cazas
biplanos
"Heinkel
51",
el
30
de
julio
Mussolini
ordenó
un
envío
de
12
aviones
bombarderos
Savoia-Marchetti
12"
completos
con
tripulación
y
técnicos
aeronáuticos
(solo
9
llegaron
como
tres
se
perdieron
durante
la
travesía)
que
despegaron
de
Cerdeña
sin
insignias
e
incógnitos
para
luego
ser
destinados
a
la
Legión
Extranjera
Española
con
el
único
fin
de
poder
operar
en
operaciones
militares
con
cierta
apariencia
de
legalidad,
tanto
para
llamarse
“
Aviación
del
Tercio”
10
.
La
semana
siguiente
llegarán
otros
27
cazas
"Fiat
CR32"
y
luego
otros
19
cazas,
tres
hidroaviones
de
apoyo
a
la
nueva
Fuerza
Aérea
nacionalista.
En
el
mismo
período,
Alemania
habrá
enviado
un
total
de
46
aviones
11
.
El
15
de
agosto
de
1936,
gracias
a
la
ayuda
conjunta
de
Alemania
e
Italia,
con
el
primer
puente
aéreo
de
la
historia
militar,
Franco
pasó
el
Estrecho
de
Gibraltar
con
un
ejército
de
2.500
hombres,
entrando
en
pleno
conflicto
español.
Unidades
y
submarinos
de
la
Armada
italiana
custodiaban
las
aguas
territoriales
españolas
e
impedían
la
llegada
de
ayuda
internacional dirigida al Ejército leal republicano.
En
ayuda
de
los
republicanos,
numerosos
voluntarios
de
nacionalidad
italiana
se
presentaron
con
el
lema
de
los
hermanos
Rosselli
"Hoy
en
España,
mañana
en
Italia".
Estas
fueron
las
palabras
de
Carlo
y
Nello
Rosselli,
exiliados
antifascistas
que
formaron
el
movimiento
“Giustizia
e
Libertà”
en
Francia
y
que
fueron
asesinados
en
Francia
por
los
fascistas
a
manos
de
sus
asesinos.
Al
comienzo
de
la
rebelión
falangista,
muchos
cuadros
voluntarios
se
movilizaron
en
varios
países
para
las
Brigadas
Internacionales,
incluidos,
además
de
los
hermanos
Rosselli
antes
mencionados,
Palmiro
Togliatti,
Pietro
Nenni,
Leo
Valiani,
Luigi
Longo,
Giovanni
Pesce,
Randolfo
Pacciardi.
Una
estrella
de
tres
puntas
era
el
símbolo
y
emblema
del
antifascismo
del
Frente
Popular.
No
es
posible
estimar
con
precisión
cuántos
voluntarios
de
las
Brigadas
Internacionales
llegaron
a
España
desde
al
menos
50
naciones.
Se
supone
que
ascendieron
a
unas
60.000
personas
de
las
cuales
unas
12.000
nunca
regresaron
y
más
de
20.000
resultaron
heridas
en
combate
o
bajo
los
incesantes
bombardeos
de
la
Legión
Cóndor
alemana
y
la
Fuerza
Aérea
Legionaria Italiana.
Rusia
intervino
a
favor
de
la
Segunda
República
Española
con
envíos
masivos
de
armas
y
municiones,
artillería,
vehículos
blindados,
aviones
bombarderos
y
cazas
de
fabricación
soviética,
completos
con
tripulaciones,
técnicos,
material
aeronáutico
y
repuestos.
También
se
enviaron
numerosos
asesores
militares,
tanto
de
Rusia
como
de
Francia
y
México.
La
Unión
Soviética
como
anticipo
por
estos
suministros
exigió
toda
la
reserva
de
oro
de
España
(unos
650
millones
de
dólares),
entregados
por
el
gobierno
de
Madrid
al
inicio
del
conflicto.
Una
curiosidad:
en
cumplimiento
de
los
compromisos
adquiridos
con
el
gobierno
fascista,
tras
la
guerra
Franco
quiso
devolver
las
sumas
prestadas
a
Italia.
Pero
el
entonces
ministro
Pietro
Nenni
(antiguo
soldado
de
la
Brigada
Internacional
Garibaldi),
rechazó
la
restitución,
entre
otras
cosas
sin
consultar
a
nuestro
Parlamento,
e
ignorando
deliberadamente
que
en
cualquier
caso
se
trataba
de
dinero
adelantado
por
todos
los
italianos
y
muy
útil
en
la
desastrosa
condiciones
en
las
que
se
vertía la joven República Italiana en la inmediata posguerra
12
.
En
Londres,
el
9
de
septiembre
de
1936,
un
comité
de
27
países
europeos
(entre
los
que
se
encontraban
Italia,
Alemania
y
la
URSS)
firmaron
un
documento
de
"no
intervención"
con
la
prohibición
de
exportar
material
bélico
a
España,
incluidos
barcos
y
aviones
militares
y
comerciales.
Rusia
se
adhirió
a
la
convención
convencida
de
que
si
realmente
el
acuerdo
hubiera
sido
respetado
por
todos,
es
decir,
también
por
Italia
y
Alemania,
los
nacionalistas
españoles
no
habrían
podido
ganar.
Italia
y
Alemania
incumplieron
explícitamente
sus
compromisos,
siendo
convencidos
de
la
inmovilidad
de
la
Europa
liberal,
consiguiendo
dotar
a
las
tropas
franquistas
de
moderno
armamento
y
de
un
enorme
capital,
asegurándoles
una
clara
ventaja
sobre
las
fuerzas
republicanas.
Países
autoproclamados
libertarios
y
democráticos
como
Francia,
Estados
Unidos
y
Gran
Bretaña,
no
prestaron
una
ayuda
sustancial
a
la
legítima
República
española,
prefiriendo
verla
derrumbarse
antes
que
superar
la
guerra
civil
para
complacer
los
deseos
anticomunistas
mundiales
de
los
clérigo-
conservadurismos.
En
Italia
el
fascismo
inició
una
apabullante
propaganda
enalteciendo
la
intervención
a
favor
de
los
rebeldes
nacionalistas,
valerosos
defensores
de
la
patria
frente
a
un
enemigo
subversivo,
comunista,
bolchevique,
anarquista
y
sacrílego,
educado
y
subvencionado
por
Rusia.
Los
alistamientos
voluntarios
en
Italia
fueron
organizados
inicialmente
por
la
Delegación
en
España
del
Ministerio
de
Asuntos
Exteriores
y
no
por
el
Ministerio
de
la
Guerra
para
no
suscitar
manifestaciones
de
Países
extranjeros
neutrales
o
republicanos.
Numerosos
militantes
fascistas
de
los
"Camisas
Negras"
y
de
la
Milicia
Voluntaria
de
Seguridad
Nacional
(MVSN),
entre
ellos
muchos
que
ya
habían
combatido
en
la
Primera
Guerra
Mundial
y
en
las
Guerras
Africanas,
querían
ser
reclutados
entre
los
primeros
voluntarios.
Además
de
la
motivación
ideológica,
hubo
muchas
otras
razones
que
impulsaron
a
muchos
italianos
de
la
era
fascista,
en
parte
voluntarios,
a
alistarse
entre
los
primeros
voluntarios.
Los
primeros
miembros,
algunos
con
datos
personales
falsos
o
sin
documentos,
fueron
convocados
discretamente,
por
si
acaso
de
ex
militares
por
sus
Comandos,
o,
si
eran
civiles
por
la
Casa
del
Fascio.
Se
les
pidió
"participar
en
una
operación
en
el
extranjero,
de
destino
desconocido,
muy
importante
para
la
Patria".
La
firma
del
contrato
de
alistamiento
preveía
una
bonificación
de
300
liras,
el
salario
diario
de
20
liras
para
los
soldados,
de
70
a
192
para
los
suboficiales
y
oficiales,
con
un
suplemento
de
90
pesetas,
una
vez
llegados
a
la
zona
de
operaciones,
como
reconocimiento
posterior
del
gobierno
español.
Mussolini,
para
garantizarse
una
cierta
autonomía
frente
a
la
línea
de
mando
nacionalista,
el
4
de
enero
de
1937
decidió
no
aceptar
la
integración
en
efectivo
de
las
autoridades
españolas
que
debían
limitarse
a
asegurar
alimentos,
alojamiento,
combustible
y
lubricantes,
así
como
el
material
de
consumo
ordinario.
Además,
los
soldados
italianos
deberían
haber
recibido
una
parte
de
sus
dietas
en
efectivo
local,
de
modo
que
pudieran
tener
dinero
en
el
bolsillo
para
pequeñas
necesidades,
sin
depender
de
la
administración
franquista.
13
Para
entender
mejor
cómo
la
recompensa
monetaria,
más
que
los
propios
ideales
políticos,
pudo
convencer
a
muchos
voluntarios
de
embarcarse,
el
21
de
diciembre
de
1936,
como
primer
contingente
de
Camisas
Negras
en
tres
barcos
sin
bandera
y
oscurecidos,
se
dan
los
siguientes
porcentajes:
20%
de
las
personas
mayores
de
35
años,
el
70%
de
los
trabajadores
agrícolas,
especialmente
del
centro-sur
de
Italia,
el
4%
de
los
estudiantes,
el
25%
de
las
personas
con
antecedentes
penales
a
quienes
se
les
prometió
la
cancelación
de
su
sentencia.
A
todos
los
miembros
se
les
proporcionó
una
equipación
caqui
igual
a
la
que
se
usaba
en
África
Oriental,
excepto
el
casco
colonial
de
corcho
(en
su
lugar
una
boina
negra
o
azul
y
un
casco
de
acero,
además
de
una
extraña
capa
que
fue
apodada "murciélago").
14
Muchos
de
los
primeros
voluntarios
creían
que
iban
a
trabajar
en
los
territorios
coloniales
conquistados
en
el
África
italiana,
y
solo
cuando
aterrizaron
descubrieron
que
estaban
en
España.
El
personal
estaba
clasificado
en
los
distintos
grados
del
contingente
del
Cuerpo
de
Voluntarios
(C.T.V.)
de
forma
sumaria
y
superficial:
la
falta de disciplina y preparación militar dificultaba la dirección de los departamentos. Solo una división del Ejército Real se unió a la CTV en enero de 1937.
La Guerra en España y la Iglesia Católica
Antes
del
conflicto
civil
y
bajo
el
gobierno
republicano,
se
instauró
un
clima
de
intolerancia
y
violencia
contra
la
Iglesia
en
el
que
se
ejecutó
y
asesinó
a
sacerdotes
y
religiosos,
se
quemaron
iglesias
y
se
saquearon
conventos
de
monjas
y
monjes.
Tan
pronto
como
recibió
la
noticia
del
levantamiento
militar,
se
inició
en
la
parte
republicana una verdadera persecución contra el clero que contabilizó al menos 900 muertos en las dos primeras semanas.
La
Iglesia,
que
durante
toda
la
Guerra
Civil
vio
asesinados
y
masacrados
a
más
de
6.800
sacerdotes
y
monjas,
inmediatamente
se
puso
del
lado
de
Franco
e
inmediatamente
legitimó
la
causa
nacionalista
que
compartía
plenamente
la
hostilidad
de
la
Iglesia
hacia
el
comunismo,
la
masonería,
el
liberalismo,
el
socialismo
y
el racionalismo.
Sólo
en
el
País
Vasco
los
sacerdotes
y
religiosos
apoyaron
la
causa
republicana,
mientras
que
en
el
resto
de
España
bendijeron
las
banderas
de
guerra
de
las
tropas
nacionalistas y lanzaron furiosos sermones contra los "rojos".
El
Vaticano
fue
uno
de
los
primeros
estados
extranjeros
que
ya
en
agosto
de
1937
reconoció
al
gobierno
provisional
de
Burgos,
enviando
allí
a
su
Nuncio
Apostólico
seguido
de
un
Embajador
de
la
Nueva
España
ante
la
Santa
Sede
en
Roma.
Al
final
del
conflicto,
el
Papa
Pío
XII
proclamó
oficialmente
mártires
a
todos
los
muertos
a
manos
de
los
republicanos.
Con
el
nuevo
gobierno,
Franco
devolvió
a
la
Iglesia
española
todos
los
derechos
y
privilegios
de
los
que
disfrutaba
antes
de
la
Segunda
República,
reasignando
todos
los
bienes
confiscados
al
clero.
Los
jesuitas
se
beneficiaron
especialmente
de
las
decisiones
de
Franco,
que
les
devolvió
todas
sus
propiedades,
reconfirmando
su
capacidad
docente
y
organizativa
en
la
escuela:
en
señal
de
reconocimiento,
la
orden
de
los
jesuitas
prometió
que
a
la
muerte
de
Franco cada uno de los 30.000 sacerdotes presentes en todo el mundo haber oficiado al menos tres misas en sufragio del Caudillo.
La caída de Málaga.
El
8
de
febrero
de
1936,
la
Primera
División
de
la
CTV,
en
apoyo
de
las
tropas
franquistas,
lanzó
una
ofensiva
para
conquistar
la
ciudad
de
Málaga.
La
Batalla
de
Málaga
fue
una
victoria
relativamente
fácil,
ya
que
los
republicanos
no
opusieron
una
fuerte
resistencia
y
se
replegaron
a
sus
posiciones
mejor
defendidas
en
Almería.
Los
italianos,
inmediatamente
después
de
la
ocupación,
entregaron
la
ciudad
a
las
fuerzas
nacionalistas
que,
por
orden
de
sus
generales
Mola,
Franco
y
Queipo
de
Llano,
iniciaron
una
dura
y
sangrienta
represión
contra
los
presos
y
la
población
entregada,
con
numerosos
fusilamientos
masivos,
vendettas,
sentencias
de
muerte
pronunciadas
por
tribunales
títeres
y
ejecutadas
inmediatamente
después
de
la
lectura
de
la
sentencia,
denuncias
falsas
por
despecho
personal.
Esta
sangrienta
represión
y
espíritu
de
venganza
sobre
los
vencidos
suscitó
el
asombro
y
la
indignación
de
los
oficiales
italianos,
incapaces
de
comprender
y
justificar
niveles
similares
de
violencia
y
castigo
15
.
Esta,
por
desgracia,
fue
la
norma
general
en
toda
la
España
conquistada
por
los
nacionalistas.
El
método
de
la
tierra
arrasada
comenzó
a
utilizarse
de
manera
sistemática
y
era
necesario
eliminar
cualquier
posibilidad
de
recuperación
por
parte
del
enemigo,
quien,
a
su
vez,
podía
representar
un
peligro
físico
para
la
seguridad
de
los
nuevos
ocupantes
16.
No
se
dieron
cuenta
de
que
la
violencia
injusta,
desmedida
e
indiscriminada
exacerbaría
en
los
vencidos
un
imparable
deseo
de
venganza
que
impregnaría
las
conciencias
de
los
españoles
durante
décadas.
Los
comandantes
de
la
C.T.V.
se
distanciaron
de
tales
atrocidades
e
informaron
a
sus
superiores
de
lo
que
sucedía
en
los
territorios
ocupados.
De
un
informe
informativo
del
Embajador
en
España
Cantalupo
dirigido
a
Ciano,
Ministro
de
Asuntos
Exteriores
y
yerno
del
Duce,
«
...
debo
comunicar
que
Farinacci
(nota
del
editor:
Roberto
Farinacci,
jerarca
del
Partido
Fascista
Partido)
ha
enviado,
sin
avisarme,
una
carta
al
Generalísimo
Franco
para
protestar
enérgicamente
contra
los
fusilamientos
de
Málaga
y
afirmar
que
el
estado
de
ánimo
de
nuestros voluntarios puede verse desfavorablemente impresionado por tal severidad. No sé cómo y por quién fue informado Farinacci…
»
17
.
_________________________________________________
1 Antony Beevor, La guerra civile spagnola, BUR, Milano, 2006, pag 44
2 Hugh Thomas, Storia della guerra civile spagnola, Edizioni Einaudi, Torino, 1963, pag 83
3 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 99.
4 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 107
5 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 111
6 Pietro Barbieri, Le cause della guerra civile spagnola, Robin Edizioni, Torino, 2006, pag 117
7 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.78
8 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 37-38
9 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 39
10 Dima Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 44
11 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.80
12 Augusto Cantarelli, I nostri nella Guerra Civile di Spagna, Editoria Privata Sassoferrato (AN), 2011, pag 55
13 Javier Rodrigo, La Guerra fascista, Alianza Editorial, Madrid, 2016, pag.115
14 Augusto Cantarelli, I nostri nella Guerra Civile di Spagna, Editoria Privata Sassoferrato (AN), 2011, pag 49
15 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 112
16 Dimas Vaquero Pelaéz, Credere, obbedire, combattere, Mira Editores, Zaragoza, 2007, pag 111
17 L'Ambasciata a Salamanca, Cantalupo, Al Ministero degli Esteri, Ciano T 3129/214 R. del 2.3.1937